Escribo esto tal vez para mí, porque una carta no podría entregarla, no tengo su dirección de correo físico ni electrónico para enviarla; eso sucede con los amores fugaces, no tenemos en cuenta esos pequeños detalles de comunicación.
Nos vimos siempre en el mismo lugar, los martes de cada semana a las siete de la noche. Me esperaba a la salida de mi trabajo y nunca falló a la cita, ya sé, fueron tal vez algunas semanas, quizás un par de meses, los mejores en toda mi vida.
Me dijo que no era bueno para las despedidas, entonces sabría que el día que fallara a una cita es porque ya no volvería jamás y así fue, aquel día esperé por horas al terminar mi trabajo, me senté en el banco del parque frente al café al que solíamos ir y nunca llegó.
Tal vez tuvo un contratiempo y llegaría al siguiente día, pero tampoco fue así; quizás esperé una semana con la convicción de que volvería, esperé otra semana más por si recibía alguna noticia. Pero… cómo tendría noticias suyas si no sabía nada de él, no sé si todo lo que me contaba era cierto, no sé si cuando hablaba de sus sueños y su miedos era cierto, yo vi la honestidad en sus ojos, sentí que me hablaba desde el corazón y eso bastó para mí.
Creí que nos conocíamos de otra vida y sin pensar en el tiempo que estaríamos juntos sabía que llegaría a su fin, aunque esperaba que no tuviera un final. Soñé una vida a su lado, imaginé su familia, nos imaginé viajando, en alguna discusión que termina en besos apasionados de reconciliación, nos imaginé juntos preparando la cena.
Sí, debo confesar que soy una romántica empedernida y tal vez mentí un poco cuando le dije que no creía en el compromiso, es que moría de miedo por perderlo y ahora sé que lo perdí sin ninguna explicación.
Por más que me aferre a creer que somos almas destinadas a estar juntas, que cumplimos con lo pactado, que vivimos el amor que nos fue entregado por el tiempo que teníamos; me duele aceptar que se fue. Es por eso que con lágrimas en mis ojos y con el corazón destrozado, le agradezco esos momentos de felicidad que vivimos, le agradezco devolverme la fe en el amor.
Una parte de mi corazón siempre será suyo, solo espero que sea tan feliz como lo imaginé a mi lado, que piense en mis deseos de buenas noches cuando vaya a dormir y que si algún día el tiempo nos pone en el mismo lugar de nuevo, con gusto escucharé sus hazañas y sus sueños cumplidos. Es difícil decirle a mi mente que no lo piense y a mi corazón que no lo anhele, duele no saber de él, duele no poder verlo ni buscarlo, en algún futuro tal vez nos encontremos o en otra vida, y ahí le pediré su número, su correo y su nombre.
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