El trabajo desde casa ha hecho que mi matrimonio caiga en la monotonía, antes de este encierro forzoso debido a la cuarentena, con mi esposo nos dábamos la libertad de conocer otras personas y tener una aventura extra matrimonial. La confianza y la madurez de nuestra relación nos ha permitido disfrutar de lo que podríamos llamar como una “infidelidad responsable”. No solemos contarle a otras parejas porque se escandalizan.
Al inicio del confinamiento hacíamos el amor delicioso, usamos todos los juguetes que teníamos, nos inventamos juegos de rol, lo hicimos en todos los espacios de nuestra casa y exploramos todo lo que se nos fuera ocurriendo, hasta que la rutina nos invadió y ya no queríamos pasar tanto tiempo juntos ni tener sexo, incluso llegamos a dormir en habitaciones separadas.
Mis ganas regresaron desde que comencé a ver a mi vecino por la ventana salir al jardín a ejercitarse, delicioso hombre que es tal vez 15 o 20 años menor que yo, tan juvenil y viril. Diario tomo mi café a las siete de la mañana junto a la ventana, me quedo en bata asomándome un poco para que él note mi presencia, tomo el café mirándolo entrenar y él mira hacia mi ventana de vez en cuando.
Debo admitir que los días han ido pasando y cada vez nos acercamos más, los mensajes van llegando, él se quita la camisa justo cuando me acerco a la ventana, con mi mano derecha sostengo la taza de café y con la izquierda lentamente entra por la abertura de mi bata en el pecho mientras lo sigo viendo a través de la ventana.
No dejo de pensar en lo intenso, lo duro que se debe poner su pene rapidamente, me inquieta saber qué tantos orgasmos puede llegar a tener; su poca experiencia pero lo atrevido que puede ser, tal vez le guste correr el riesgo de tener sexo con una mujer mayor y casada. Me he masturbado pensando en sus manos recorriendo mi cuerpo, me gustaría sentir su lengua en mi vagina, chupando como si fuera un dulce que no pueda parar de chupar.
Anhelo poder salir y encontrarlo en la piscina o en el sauna, así puedo verlo mojado y más cerca. No paro de imaginar todo lo que haríamos si tan solo pudiera acercarme a él, de no ser por este encierro…
Por fortuna debo salir a comprar algunos víveres, un alivio poder hacer algo diferente a estar en estas cuatro paredes, me siento como en una película de David Fincher donde todos estamos inmersos en algún tipo de experimento.
Voy uno a uno los pasillos del supermercado, no tengo afán, puedo tomarme todo el tiempo que quiera, total hoy es día de descanso laboral. Reviso cada producto que voy a llevar pero mi cabeza no deja de pensar en mi vecino, ¿se habrá masturbado pensando en la señora de la ventana? Sé que soy una mujer atractiva, no en vano cada vez que salgo no dejan de mirarme y disfruto porque sé que les gustaría estar con una mujer como yo, con mi encanto y mi seguridad.
Cada vez que conozco un posible amante le cuento a mi esposo, él me alienta a continuar con mi juego de conquista y esta no fue la excepción; solo que aún no encuentro la manera de acercarme a este nuevo chico…
– Hola Clara ¿cómo estás? Soy Margarita, tu vecina.-
– ¡Oh por supuesto! Que vergüenza, no sé dónde tengo la cabeza-
Mi cabeza no para de pensar en su hijo, pero vaya sorpresivo encuentro. Sí, bla bla la cuarentena y lo difícil que está, el pánico y los familiares, claro, claro que sí, sólo puedo asentir con mi cabeza…
-Mi hijo está estudiando leyes y sé que eres abogada, me preguntaba si tal vez podrías ayudar con una materia que no entiende muy bien, bueno… a él le da un poco de pena pedirtelo porque sabe que eres una gran abogada, incluso te admira bastante, como profesional, por supuesto.
– ¿Pedirmelo? ¡Ay por favor! Ni más faltaba, pero claro que puedo ayudarle, dile que vaya a mi casa cuando quiera, ahí estaré esperándolo.
Este muchachito es más arriesgado y atrevido de lo que creí, enviar a su propia madre a conseguir una cita conmigo, increíble.
Llego a casa más alegre que de costumbre, preparo la cena y mi esposo se asombra por lo radiante que me veo. Cenamos, bailamos y brindamos por la relación que tenemos. Durante la cena le cuento sobre mi charla con la vecina y la posibilidad de tener un encuentro con su hijo, a él le enciende la chispa que estábamos necesitando y retomamos la vida sexual apagada que teníamos.
Me levanto temprano, a esta edad el reloj biológico funciona igual en cualquier día de la semana, voy por mi café y miro por la ventana. Claro, es domingo. Debe estar durmiendo o tal vez chateando en su celular, enviando fotos de su pene a alguna jovencita que se lo pida, y que envidia ser esa jovencita, qué no daría porque me enviara una foto para conocer su tamaño.
Mi esposo me dice que debe ir a ver cómo están sus padres, así que tal vez se demore un buen tiempo. Sale de la casa y al rato suena la puerta, seguramente olvidó algo, como siempre. Estoy desnuda a punto de ducharme, me pongo la bata encima rápidamente y abro la puerta.
-Señora Clara buenos días, mi madre dijo que podía venir a buscarla y vi que su esposo salió… espero no sea inoportuno.
– Para nada inoportuno, llegaste en el mejor momento. Entra a mi casa y acomodate. ¿Deseas algo de beber?-
– La verdad…
Va dejando sus cosas encima de la mesa de entrada me pone contra la pared y se acerca a mi cuello, me dice al oído:
-La deseo desde que se ha hecho en la ventana a verme a entrenar-
Lo cojo del pantalón y lo llevo a mí, agarro sus nalgas y lo aprieto contra mi vagina, siento lo duro que está su pene mientras nos besamos y él mete su lengua en mi boca. Besa mi cuello, toca mis senos, meto mi mano en su pantalón y siento su pene, es grande, como me gusta.
Le quito el pantalón y su camisa. Tiene un cuerpo delicioso, su pene me excita y quiero chuparlo, me pongo de rodillas y bajo su ropa interior. Meto su pene en mi boca profundo y este hombre se estremece.Con mi lengua le voy dando vueltas circulares a su pene, una pequeña mordidita y sale de mi boca.
Me pongo de pie y me quita la bata. Me da vuelta y me pone de espaldas a él y mi cara contra la pared, trae mi cuerpo hacia él e introduce su pene, se siente fuerte y un leve dolor placentero. Delicioso pene que me deja inmovil, lo mueve de una manera exquisita con suaves movimientos que empuja hacia adentro.
Le digo que siga y no pare, y de repente se detiene. Giro y quedo frente a él, pregunto ¿Qué sucede? ¿Terminaste? ¿Tan rápido?
Se queda viéndome con su mirada coqueta y atrevida, me toma de las manos y me pide que vaya con él. Vamos a la sala, me acuesto en el sofá y él gira su cabeza para negar. Hay una mesa de centro ovalada en la mitad de la sala, pero su estructura base es un cuadrado, él corre la mesa contra la pared dejando la alfombra libre y me pide acostarme ahí.
Yo le digo que podemos hacerlo en la habitación si quiere y él se acerca, me da un beso y me dice -¿en la misma cama en que lo haces con tu esposo?- Está bien, tiene razón, yo estoy ansiosa porque vuelva a meter su pene en mi vagina. Él toma mis brazos y los lleva hacia arriba, toma el cinturón de mi bata y me amarra a la base de la mesa, me deja completamente inmóvil, él puede hacer conmigo lo que le plazca.
Recorre mi cuerpo con sus labios, chupa mi vagina e introduce su lengua ¡Esto es mejor de lo que imaginaba! la besa como el mejor de los dulces, la chupa y sigue chupando, mete su lengua y yo tengo una sensación de cosquilleo en mi vagina. Viene a mi boca y me besa mientras con su pene da unas pinceladas a mi vulva, yo suplico porque lo meta, pero él se niega, sigue jugando a acercarlo.
Ahora usa sus dedos para darme placer, vaya que son enormes sus dedos, siento como toca mi clítoris con sus dedos largos, estoy más cerca de llegar al orgasmo y aún no entra su pene. Yo levanto mis piernas del suelo mientras mi espalda permanece apoyada, él abre mis piernas y mete su pene en mi vagina, estoy tan mojada que entra como si fuera suya.
Empuja su pene profundamente y yo aprieto mis caderas, estamos sumidos el uno al otro. Es un movimiento suave y profundo que me hace estallar de placer, quiero tocarlo pero me tiene amarrada. Grito exhortada que siga, le ruego que no pare, sigue profundo y aumenta de a pocos la velocidad, se acerca y se siente un pequeño temblor dentro de mi vagina, una explosión dentro de mí que me genera un intenso hormigueo.
Alcanzamos el orgasmo juntos, increíble. Hice el cardio matutino que necesitaba y estoy mejor que nunca. Mi sonrisa lo revela. Este hombre tan joven y viril, me hizo alcanzar el placer absoluto. Desamarra mis brazos de la mesa y me da la mano para levantarme, ninguno puede pronunciar una sola palabra. Se viste de nuevo y acomoda la mesa en su lugar.
Yo me pongo la bata, y lo acompaño a la puerta.
-Señora Clara, es usted una experta, gracias. Ahora si entiendo la materia-
– Cuando requieras otra explicación, solo toca mi puerta, ya sabes que eres bienvenido- Tomo un baño después de ese momento tan placentero y el resto de mi día no dejo de pensar lo increíble que fue. Al llegar mi esposo le cuento lo que hicimos y a él le excita la forma en que le relato mi aventura, después de ese encuentro hemos vuelto a tener el sexo maravilloso que teníamos antes, incluso decidimos invitar al vecino con su novia a una cena de intercambio de parejas, esperamos que ella acepte.
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