Un amor a la distancia

Las horas se hacen eternas cuando estás a la espera de una cita, de un viaje, de un nuevo comienzo, la ansiedad apremia, el corazón se acelera, el deseo recorre todo el cuerpo, la mente va a toda velocidad imaginando los mil escenarios que estarán por venir. Esa misma sensación ocurre cada vez que acudo a nuestro encuentro que se convirtió en una cita mensual, sin falta, el diez de cada mes nos encontramos en el mismo lugar, en aquel hotel en el que nos conocimos el diez de julio, tres años atrás.

Recuerdo aquel momento en que nuestras miradas se cruzaron por primera vez. Aquella noche iba con prisa, la constante prisa en mi vida. Él caminaba como si el tiempo fuera suyo, como si jamás se le acabara, como si pudiera controlarlo. Me detuve a ver su calma, su pasividad, su manera de hablar, tan apacible, siempre tan atento y cordial, tenía el poder de leer a las personas, sabía qué decir en cada momento.

Tan apuesto y  tan bien puesto; parecía un caballero de la edad media pero con atuendo del siglo XXI. Opuesto a todos los hombres caóticos, con personalidades frívolas, ensimismados, incomprendidos y llenos de sombras con los que solía salir. Era un hombre que irradiaba luz, tenía una sonrisa que iluminaba el lugar.

Cuando se fijó a verme ya estaba perdida en su mirada, no sé cómo logré responder mi nombre y estrechar su mano. En ese momento sentí una extraña conexión. Un Déjà vu, suelen decirle a esos momentos que crees haber vivido antes, pues bien, este fue uno de esos momentos en que sentí que ya nos conocíamos, de otra vida tal vez.

Por supuesto que no le dije eso, no quería que creyera que era una de esas personas que cree en las vidas pasadas y se obsesiona con encontrar al amor de su vida.

Tan pronto como pude, en esos pequeños instantes en que la mente toma el control de la situación y hace que el corazón guarde silencio, logré presentarme y entablar la conversación que se supone debíamos tener. Quedamos en encontrarnos porque yo haría las ilustraciones de su próxima novela.

Vi algunas fotos suyas en internet y se me hacía otro famoso más con cara de galán de televisión capaz de derretir corazones. Creí que era uno de esos típicos escritores del siglo XX a los que sus obras los superaban como personas, estaba dispuesta a conocer al artista simplemente, pero conocí su alma, su corazón y su ser completamente.

Era su tercera novela publicada, las dos anteriores unos grandes éxitos pero jamás me detuve a leerlas, lo menosprecie porque no creí que un hombre fuera capaz de entender la forma de amar de una mujer.

-¿Cómo es posible que un hombre escriba para mujeres? – le pregunté.

– Yo no escribo para mujeres, yo escribo para las almas. La verdad es que nunca creí que mis libros se vendieran tan bien entre las mujeres, de hecho, no creí que se vendieran.- Me respondió esbozando una pequeña sonrisa con una leve caída de su cabeza llevando la mirada al piso.

– ¿Entonces te tomó por sorpresa todo el éxito de tus novelas, te deben llover amantes o estás comprometido? Disculpa si me entrometo es que me da curiosidad.- Pregunté de nuevo.

– No te entrometes para nada, para ti soy un libro abierto, pregunta lo que quieras. No estoy comprometido, lo estuve pero la perdí.- Nuevamente llevó su mirada al piso pero esta vez pude notar su tristeza al decirlo.

– Y bueno, ya que lo mencionas, sí me tomó por sorpresa el éxito de mi primera novela. Para la segunda, tal vez ya lo esperaba. Pero la primera novela es la consagración de mi alma, es mi diario, es el resultado de una gran cantidad de sesiones de terapia, de viajes espirituales, de meditaciones, de noches enteras llorando, de varias semanas sin probar la comida, de esperar la muerte y que nunca llegue.  Respiró profundo sin quitar su mirada de mis ojos.

– Lo siento mucho, soy una tonta, debí haber leído tu novela primero antes de preguntar eso. Es solo que… – Quería inevitablemente que la tierra me tragara en ese momento.

Tomé una gran bocanada de aire y suspiré, llevé la mirada al piso por la vergüenza.

– … Bueno, en la editorial me dijeron que habías pedido que fuera yo exclusivamente quien diseñara la portada del libro y para serte honesta me sonó algo engreído.

– Tú trabajo me parece maravilloso, creo que siempre logras cautivar la esencia de la literatura con tus ilustraciones, eres una artista magnífica. ¿O por qué crees que pedí que fueras tú?- Dijo mirándome fijamente con su mirada cautivadora y penetrante.

El mesero trajo una botella de vino y dos copas, era una pausa perfecta, un silencio bastante cómodo para mí. Logramos escuchar el piano de fondo, una hermosa melodía de un bolero. De repente lo escucho cantar muy bajo casi para sí mismo.

Es que te has convertido

En parte de mi alma

Ya nada me consuela

Si no estás tú también

El mesero servía las copas mientras los dos seguimos cantando juntos, entre risas y un poco de vergüenza por lo mal que lo hacíamos.

Más allá de tus labios

Del sol y las estrellas

Contigo en la distancia

Amada mía estoy.

Él se acercó bastante a mí, pude sentir su respiración y su aliento, su exquisito aroma de hombre elegante, ese olor que lo hace inolvidable e irresistible. Jamás había sentido que quería tanto a un hombre como ese día, estaría loca o tal vez ebria, pero recuerdo cada segundo que estuvimos juntos, así que no creo que me haya afectado el alcohol.

Recuerdo sus labios gruesos acercándose lentamente a mi mejilla mientras yo estaba estupefacta porque no quería que la noche terminara. Me entregó el manuscrito de su libro y me dijo que estaba seguro que haría un gran trabajo, pronunció esas palabras que pocas veces escucho y que a mí me cuesta decirlas para mí misma: “Tú trabajo es grandioso, cree en tí”.

En algo tenía razón, para ese momento aún estaba explorando mi faceta artística, no creía que mi trabajo fuera reconocido, por eso estaba rehacía a que un autor de su trayectoria pidiera exclusivamente trabajar conmigo. Pero no encontraba argumentos para no creer en que fuera por mi talento.

Leí el manuscrito y me enamoré del autor. Su forma de escribir me transportaba, me llevaba a escenarios inimaginables, me hizo creer en el amor, en ese amor al que ya me había dado por vencida. Pero existía un problema, técnicamente trabajaba para él, no era muy ético de mi parte así que en cada mensaje fui bastante cortante, pero él siempre tan caballero, respetuoso pero seductor.

Vive en otro país por lo que debíamos trabajar a distancia, así que se hicieron más frecuente nuestras charlas, hablamos de todo, desde las conversaciones más profundas de nosotros mismos hasta las más banales donde nos reímos del reality show del momento, conocimos nuestros secretos más oscuros, lo que nos avergonzaba de nuestro pasado, aquella cicatriz que no queríamos mostrar pero también el lado más humano de cada uno, no escondimos nada de nosotros, con él sentí una enorme confianza para poder ser yo misma.

Si el amor se parece a eso que vivimos, pues he vivido el amor más maravilloso que alguien haya vivido. Hicimos el amor de la forma más honesta y sincera, desnudamos nuestras almas, nos dejamos ver en la totalidad.

Mi corazón se quería salir, palpitaba a una velocidad descomunal, mis manos temblaban y mis piernas no respondían. Teníamos la siguiente cita para entregarle la prueba de la portada impresa para su aprobación.

Tantas posibilidades pasaban por mi cabeza, había repasado por enésima vez mi respuesta si me decía que no le gustaba. Aunque me alegraría si no le gustaba porque tendríamos más tiempo para seguir trabajando juntos, pero también me frustraba no poder plasmar las ideas del hombre que conocía las profundidades de mi alma y me dejó entrar a la suya.

Lo vi caminar de lejos, pausado como aquella vez, mientras yo intentaba mantenerme en pie. Saludó algunas personas por el camino pero su mirada se mantenía en mí. En cuánto me vio, acercó sus labios a mi mejilla, bastante cerca a mis labios y me abrazó tan fuerte que sentí que podría quedarme ahí por la eternidad, me rodeó con sus brazos y me sentí protegida.

– Perdonáme si te hice esperar mucho, no me acostumbro a ser “una celebridad”- Dijo sonriendo.

– Está bien, tampoco esperé mucho- Hablé cortante para que mis nervios no me traicionaran.

Puedo ser yo misma a través de un pantalla, porque no tengo sus ojos negros y grandes con esas hermosas pestañas onduladas que los adornan, mirandóme fijamente.

-¿Estás bien? ¿Quieres algo de tomar? Te siento diferente.- Me dice en un tono preocupado.

Pero por supuesto que estoy diferente, quisiera lanzarme a sus brazos y besarlo sin parar mientras el mundo gira y el tiempo se detiene solo para nosotros. Pero no puedo decirlo, lo tengo como un nudo en mi garganta, no sé si él siente lo mismo y no me quiero arriesgar a decirlo.

– Estoy perfecta, venía un poco apresurada es solo eso.- Con una sonrisa nerviosa al final.

– Eres perfecta, luces espléndida- Mientras corre un pequeño mechón de mi pelo que atraviesa mis ojos.

– Traje la prueba impresa para que apruebes y llevar a la editorial.- Dije muy seria manteniendo mi compostura profesional.

– Creo que la editorial puede esperar, quiero que aprovechemos este día para los dos. Hablar contigo todos estos meses me ha hecho volver a sentir y entender que el tiempo es lo único que debemos atesorar en la vida, el tiempo que podamos pasar con las personas que nos hacen bien. Tú me haces bien, siento que me ayudaste a sanar mi dolor. – 

Realmente no sabía qué decir, mi única respuesta fue abrazarlo y darle un beso. Mi corazón me lo exigía, mi mente se quedó callada y mi cuerpo actuó. Fue el mejor beso de toda mi vida, sentí que volaba, que volábamos juntos. Nuestros labios no se querían despegar, mis manos buscaban acariciarlo y sus manos me apretaban fuerte contra él.

Y aquí estoy, tres años después, sigo enamorada del mismo hombre. Aquel que a la distancia me da las buenas noches, aquel que me hace sentir protegida en sus abrazos, aquel con quién puedo ser yo misma, sin máscaras y sin querer estropearlo todo. Cuando el amor es verdadero simplemente se sabe, bailamos en sintonía con la melodía de nuestros corazones. Tenemos una cita el diez de cada mes, es una cita infaltable, es una cita con el amor.

Etiquetas: Sin etiquetas

Añadir un comentario

No se publicará tu dirección de correo electrónico. Los campos obligatorios están marcados con *